viernes, 25 de mayo de 2007

La vida es lo que te sucede mientras haces otros planes

Nací el Lunes 22 de Enero de 1968, a las 6:30 horas en el Hospital Militar de Málaga, Andalucía, España, Europa, a una muy temprana edad (como Groucho Marx). Soy por tanto contemporáneo de híbridos como "2001, Una odisea en el Espacio", la "Primavera de Praga" o "debajo de los adoquines está la playa". Mi nombre Alexi, es elegido por mi madrina inspirada en un político de la época: Aleksey Nikolayevich Kosygin. A los tres meses, por motivos que algún día desvelaré (en mis memorias y previo pago), mi familia se traslada a Madrid (Pongamos que hablo de...), donde resido habitual y actualmente.

Mi padre da un SQLCODE igual a 100, o un error 404 no encontrado, por lo que mi madre tuvo que trabajar en la hostelería (llegando a ser la mejor cocinera italiana de Madrid) para que a mi hermana y a mi, no nos faltase nunca de nada. Mi abuela materna, Carmen, que vivía con nosotros, fue la encargada de abrigar nuestro corazón durante todo este tiempo.

Fui un niño muy precoz, a los nueve meses ya ando... por ahí. Nací con los pies valgos, y para corregir el defecto, utilicé botas ortopédicas (si Dios hubiese querido que todos fuésemos iguales, todo el mundo hubiese llevado botas ortopédicas). Lo que sucede con este tipo de calzado, es que cuesta más parar que comenzar a caminar. Los patitos y pollitos que me compraban para jugar, no se daban cuenta de este "pequeño detalle" y se cruzaban en mi camino, precipitándose hacia su propia destrucción. A medida que fui creciendo, el problema se solucionó, pero ya era demasiado mayor para jugar con patitos y pollitos...

En 1972 (Año de las Olimpiadas de Munich) comencé mis estudios en un colegio de pago (a plazos). Aprendí cosas como La Ley de la Gravedad, que uno mas uno son dos (excepto en el sistema binario, que son diez), que el mejor Alcalde es el Rey, etc... Pero cosas importantes de la vida, no me explicaron, como por ejemplo: ¿Por qué dados dos bares situados en la misma zona, uno está lleno y otro vacío? ¿por qué los coches andando marcha atrás suenan diferente? ¿dónde terminan las carreteras? o ¿por qué el Coyote nunca coge al Correcaminos? Descontento con los métodos clásicos, busqué todo ese conocimiento omitido en uno de los legados sagrados que nos ha dejado el Siglo XX: La Televisión.

En ese año también nació mi hermana, la Encantadora de Abejas. Coincidiendo con su nacimiento, me llevaron a conocer a mis abuelos paternos, que vivían en un pueblo, italiano, al pie de la montaña. Era la primera vez que montaba en avión, y lo pasé francamente mal. Desconocía el funcionamiento, y no es que tuviese el síndrome del copiloto, sino que pensaba que el avión despegaría, pero que luego tendrías que tirarte en paracaídas para llegar a tu destino. De Italia recuerdo sólo dos cosas: Una estatua con hombres desnudos en Roma, y el autocar que nos llevó al pueblo, con todas las ventanillas manchadas de vómitos (el trayecto tenía muchas curvas).

Hice la Segunda Comunión en 1977 (la primera hostia me la dio mi madre cuando me negué a ir a clase de Catequesis) y posteriormente, la religión y yo comenzamos a separarnos: "hoy no han dado vino, como en la primera vez" dije a la salida de una misa celebrada semanas después.

Destaqué en el colegio sobre todo por mis notas. Prueba de ello fueron mis cuatro Diplomas y varias Medallas de Honor. Mi vida estudiantil se interrumpía con frecuencia, generalmente en invierno, por la llamada "gripe rusa". Faltaba más a clase, que la honestidad en la política. Estaba en cama unos días con fiebre y pegaba un estirón. Así, a los quince años, medía ya el metro ochenta y cuatro centímetros.

En 1978 aprendí Mecanografía. Mi profesora, además de mala leche, tenía un lema: "la letra, con sangre entra". Y conmigo no le hizo mucha falta aplicarlo, porque, gracias a ella y a sus enseñanzas, he llegado a ser el mayor copia-pegador del Medio Oeste Europeo.

Años más tarde comencé mis estudios de B.U.P., pero ahí la cosa cambió: dejé de ser un empollón, debido sobre todo a mi exceso de testosterona. Comencé a relacionarme con chicas y a tener otras inquietudes en la vida, sobre todo en el plano metafísico: "A veces, durante la oscuridad de la noche, cuando estoy tumbado en la cama de mi habitación, mirando la Luna y las estrellas, yo me pregunto: ¿dónde cojones está el techo?"

También participé en diversas revueltas estudiantiles: protestamos de forma enérgica contra la Guerra de las Malvinas. Para ello, quemamos una bandera británica, pintada con témpera, que como es pintura al agua, fue imposible hacerla arder, y metimos un petardo dentro de una botella de cerveza que no estalló, pena de vida.

Es por aquel entonces cuando mi abuela, sufre una trombosis que deja paralítica la parte derecha de su cuerpo. Tuve una depresión muy fuerte que me apartó durante un tiempo de los estudios. Fui al psicólogo y entre los recuerdos que tengo de aquella época, está el Test de Rorschach, una prueba que consiste en interpretar una serie de manchas en cartulinas: "Tú ves claramente a una mujer con las piernas abiertas sobre un enorme charco de sangre, pero tienes que decir que ves a una mariposa de colores, porque si no, te toman por loco".

Cuando salí de todo este problema, fui ya otra persona, bueno en realidad, el psicólogo nos dijo que "teníamos doble personalidad". Retomé los estudios con algo que me gustaba: FP Electrónica. Era un manitas de cualquier aparato electrónico. Pero claro, a la hora de enchufarlo, que lo hiciera otro. Los fines de semana, iba a ayudar al negocio familiar: "Fui cocinero antes que fraile". Allí, en el restaurante, aproveché mis múltiples personalidades: pizzaiolo, barman, repostero, cajero, contable... todo en tiempo compartido.

En 1985 me fui de vacaciones a casa de mi tía, en Florida, Estados Unidos, y visité uno de los sitios que más define la cultura norteamericana: Disney World. "está muy sucio, mira que ratón más grande (señalando a Micky Mouse)" le dije a mi madre. También visité Cabo Cañaveral, meses antes de la tragedia del Challenger. Repito, por enésima vez que mi visita y dicho acontecimiento no guardan ninguna relación.

Poco tiempo después, en 1987, me invitaron a un sitio donde me cortaron el pelo, me dieron ropa, me pusieron en forma, me ayudaron a no pensar. Un sitio donde te enseñaban muchas cosas, y yo a cambio les di doce meses de mi vida: hice el Servicio Militar en Infantería de Marina.

Cuando acabé con el ejército, me planteé ser algo en la vida. Para ello quise dedicarme a mi gran pasión: las mujeres, más concretamente quise ser "nipple tweaker". Pero las mujeres no estaban muy de acuerdo conmigo, así que opté por la Opción B: la Informática. Total, las revistas de informática y de mujeres ligeras de ropa siempre han estado muy cerca en los escaparates de los quioscos de prensa.

Iba con frecuencia por la Ciudad Universitaria (sobre todo porque se atajaba para ir a la zona de bares de Madrid). En pocos años, recuperé el tiempo perdido. Era conocido entre mis amistades como "La Esponja", debido a las "moderadas" cantidades de alcohol que consumía. ¿Quién no se ha pillado una borrachera alguna vez? Maté alguna de mis mejores neuronas de esta forma.

En 1990 entré en el mercado laboral. Aprendí cosas como que "La semana tiene más de siete días", que "La mujer del Cesar no sólo tiene que serlo, sino parecerlo", que "El secreto del éxito está en la sinceridad, hay que saber fingirla" o que "Lo que no puede ser, no puede ser, y además, es imposible". En definitiva, aprendí a tratar con Jefes.

Años más tarde (en 1995), actualicé mi Ordenador Personal (de 386 a 486), y entre otras muchas cosas, le enchufé un modem, y me conecté a Internet. A partir de ese momento, descubrí un nuevo medio donde poder expresarme más libremente y donde poder tener una identidad (más): El Criador de Gusanos.

Coincidiendo con la crisis de los 30, me replanteé alguno de los aspectos de mi vida. Me puse a régimen, me apunté a un gimnasio, seguí sin fumar (provoca cáncer), comencé a beber menos (las acciones de Havana Club y Coca-Cola bajaron ese año).

Poco tiempo después, tuve que operarme, porque sobre todo por las mañanas, me mareaba. Fui al médico, y me recomendó un cambio de sexo. Lo estuve pesando y sopesando. Al final opté por uno más pequeño, y la cosa funcionó, distribuyendo mejor la sangre, llegando incluso al cerebro y teniendo buenas ideas al respecto.

Continuará...

1 comentario:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.