viernes, 8 de junio de 2007

La mala educación

Cuando hablo de mala educación, no me estoy refiriendo a esa película de ese director manchego que está sobrevalorado y que se caracteriza por contar historias oportunistas con personajes planos.

Me refiero principalmente al comportamiento del ser humano en su entorno, bueno, más que a su comportamiento, a su falta de comportamiento. Y podríamos examinar varios casos de esa ausente educación en un día cualquiera…

Un día cualquiera sin saber que hora es...

Espero el autobús en la parada (es una redundancia, pero por si acaso, no vaya a ser que haya gente que espere el autobús en una cabina de teléfono). Si atendemos a la educación, sería conveniente establecer una estructura FIFO (First Input First Output: el Primero que Entra es el Primero que Sale) o cola. Pues no, ahora resulta que esperas el autobús "a discreción". A veces haces cola, otras no, otras te cuelas, otras te hace un placaje una viejecita diciendo: "si no empujas no entras", y cosas similares.

Dentro del autobús, mi autobús, comprado con mis impuestos municipales, hay gente que pone los pies encima del asiento, cuando, supuestamente, está prohibido ensuciar las instalaciones. En este caso sería el conductor, como representante de la empresa, el que tendría que decir algo? Esa gente, en su casa, o en casa de sus padres, pone los pies también encima del sofá?

Cuando voy en el Metro (subte-raneo en sud-américa) la cosa no mejora. Entiendo que uno, cuando haga ejercicio, sude. Entiendo que pueda oler un poco a sudor, pero no entiendo esos sudores con solera que alguno gasta. Ir mal aseado al trabajo supone una falta leve… Otro día hablaré de la justicia y de la aplicación de la misma.

La barra que supuestamente te sirve para agarrarte cuando el tren acelera en las curvas y frena en las rectas, alguno o alguna la monopoliza, y la utiliza casi como si fuese una showgirl. En ese caso, utilizo el lenguaje del cuerpo, y agarrado a la barra, meto los nudillos en la espalda.

En el trabajo también existe un variopinto modo de actuación…

Al teléfono:
- ¿Quién eres?
- ¿Y quién eres tú?

Recuerdo en cierta ocasión, hablando con uno de mis jefes, lo comentábamos, lo mal educada que era la gente al teléfono, y justo en ese momento, le llaman y él hace lo mismo.

En una oficina, en un sitio diáfano, o "pradera" como dicen algunos (no os emocionéis, que no me voy a referir a Laura Ingels) no se puede hablar como si estuvieses en una lonja de pescado o en un mercado de abastos. Que alguien lleve traje y que tenga formación no es vinculante con que tenga educación. Son dos términos que no siempre van de la mano.

Montar una reunión, que todo el mundo llegue a su hora, que nadie la interrumpa con una llamada de móvil, y que se llegue a un acuerdo concreto y sin perder el tiempo es prácticamente un milagro. Hacer perder el tiempo a la gente también podría considerarte una forma de mala educación.

Hablando de sitios cerrados podríamos hablar de gorras, gorros, y demás. Según estudios, por el cuero cabelludo se pierde el 40% del calor humano. Pero, atendiendo otra vez a esas olvidadas reglas de educación, un hombre, cuando entra en un sitio con techo, se tiene que descubrir (si no va armado). La alopecia está cada vez más aceptada en la sociedad.

Sobre los saludos, sobre dar la mano, sobre dar la mano de pez, podría comentar que a mi me enseñaron (a veces hasta maldigo mi educación) que los hombres, se levantan para dar la mano.

También en cierta ocasión, me saludó dándome la mano el novio de una amiga mía, creo que intentó despreciarme, porque no sólo no se levantó, sino que ni tan siquiera me miró a la cara. Claro que yo “le apreté” más de la cuenta los nudillos, y entonces sí que se apresuró a mirarme.

Sobre saludar en el ascensor, o saludar cuando vuelvo, al conserje, o a mis vecinos, tengo la sensación, a veces incluso terrible, de que soy transparente. Esa sensación que tienes, cuando dices "hola" o "buenas tardes" cuando te cruzas con uno de tus vecinos y éste no sólo te ignora, sino que además pasa a tu lado como si no existieras o existieses.

A mi ya no me afecta, pienso que "estará pensando en sus cosas", a saber: el gotelet del techo, la lista de la compra, la fidelidad de su esposa, su honradez…

En los sitios públicos, la gente se comporta como si estuviese en el salón de su casa.

Vamos a ver, cretino, o natural de Creta, he pagado siete euros (en 2007) por una entrada de cine para ver la película, no para escucharte a ti, triste y gris actor secundario. Podría poner algún ejemplo en el teatro o en la ópera, pero sería entendido necesariamente por un número menor de personas.

Cuando uno sale a comer o a cenar a un restaurante, tampoco tiene que alzar la voz ni discutir con los acompañantes. Uno viene discutido de casa, porque puede ocurrir que yo esté celebrando mi aniversario con mi novia, y me moleste. Y que esa molestia quede ahí bueno, pero también puede ocurrir que le produzca una serie de heridas no compatibles con seguir viviendo.

Una buena hostia en la infancia evita la silla eléctrica en la adolescencia.

Creo que la educación es una forma de respeto hacia las demás personas. Es una norma básica de convivencia, es una herramienta, pues nos ayuda a no agredir o a no ser agredido en el trato diario con la gente. Mi libertad termina donde empieza la libertad de los demás.

Como esto siga así, creo terminaremos cantando villancicos al paso de las imágenes de la Semana Santa.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Bueno no soy la más apropiada para decirlo, pero estoy totalmente de acuerdo en tu exposición. La educación brilla por su ausencia en cualquier sitio, incluso en la familia

Unknown dijo...

Vamos a ver Alexi, eres un genio, como sigas en esa línea creo que Buenafuente debería de ir dándose de alta en Infojobs porque ya tiene sustituto y si cabe mejor. No te puedes hacer una idea lo que me he reído con este artículo, además me he sentido identificada en algunos momentos (soy asidua del Carrefour)

allegra dijo...

Una cosa que me "encanta" en el Metro: a la salida, empujo la puerta (ya sabéis lo poco que pesan), paso y espero a la persona que viene detrás.

¿Y qué es lo que ocurre entonces? Que mientras ella pasa tan pichi, sin pasársele por la imaginación repetir mi jugada para el que va en tercer lugar, yo me quedo cual conserje del Ritz sujetando la puerta, sin atreverme a soltarla hasta que pasa, bien un alma caritativa que me releva, bien el último que sale de la estación.

Todos los comentarios en este blog son de chicas? :DDD