lunes, 23 de junio de 2008

Amores de Película

Querido lector, el texto que viene a continuación es un Spoiler, aguafiestas o adelanto, desvela de forma explícita el argumento de algunas de las mejores películas de amor de la historia. Si no quiere que eso pase, no siga leyendo.

En cierta ocasión, y tras una vena intelectual de esas que tengo, fui al cine, a ver una “historia de amor”, con unos amigos míos. La película se titulaba “Nelly y el Sr. Arnaud” (1995) y recuerdo que salí tan indignado del cine, que, me puse a decir en voz alta, justo al lado de la gente que estaba esperando para entrar a ver la película:
- Es una pena que muera el Sr. Arnaud.

La película en cuestión, francesa, trata de la relación que hay entre un escritor y una escribiente que contrata para que le ayude. Yo no vi amor en esa relación, y no me refiero a que la pusiera “mirando a Cuenca”, no soy tan poco romántico, pero creo que considerar a esa relación amor…

La mejor película de amor, de toda la historia, es, sin ningún lugar a dudas, “Casablanca” (1942). No se si protagonizada por Ronald Reagan hubiese sido de otra forma, pero para mi en particular, y para el público masculino en general, es una obra maestra. No eres un hombre de verdad si no has llorado con la escena de La Marsellesa de Casablanca.

A parte del consabido “Siempre nos quedará Paris”, se puede decir, y digo, que la conclusión final de la película, que Rick (Humphrey Bogart) le transmite a Victor Laszlo (Paul Henreid), es la siguiente:
- Ilsa (Ingrid Bergman) conmigo fue mi amante, contigo que sea tu ama de casa.

Preguntado por ello, para el género femenino, la mejor película de amor suele ser “Lo que el viento se llevó” (1939) en la que, curiosamente, se narra una historia de amor, de época, bastante machista, que termina con la famosa frase:
- Francamente, querida, me importa un bledo.

Esta máxima, pronunciada por Rhett Butler (Clark Gable) según cuenta la leyenda, le costó 5.000 dólares de multa a la productora. “Bledo” estaba en la lista de palabras prohibidas por aquel entonces.

Una película que suele gustar tanto a hombres como a mujeres es “Memorias de África” (1985):
- Yo tenía una granja en África…
No, bonita, no. Tú tenías una granja a tomar por el culo. Una historia de amor, libertad, y compromiso, en un África sin mosquitos y sin sequías. Amor fuera del matrimonio, y si me apuran, fuera de la civilización.

Para amores fuera del matrimonio, “Los puentes de Madison” (1995) también sirve como un muy buen ejemplo. Una historia de amor, maduro, con bonitos paisajes, urbanos, y con la elección final, casi épica, (la vida es una continua elección) entre amor y matrimonio.

Aunque para amor épico, pero épico de verdad, la mejor película es “Lady Halcón” (1985), donde se conjuga un amor imposible (la noche y el día, la luna y el sol) entre una joven Isabeau d'Anjou (Michelle Pfeiffer) y un espectacular capitán Etienne Navarre (Rutger Hauer). Si, ese de “He visto cosas que vosotros no creeríais...”.

También sigue esa línea épica “La princesa prometida” (1987) contada como un cuento, donde la búsqueda del amor verdadero y medieval se traduce en una comedia romántica con tintes de aventura.

Mezclando la realidad y la ficción, amor con aires de comedia, se sitúa “Don Juan de Marco” (1995). La historia del burlón de Sevilla, viviendo en Brooklyn, y tratado por un psiquiatra al que termina contagiando su romanticismo:
- En la vida sólo hay cuatro cuestiones importantes: que es sagrado, de que está hecho el espíritu, para que vale la pena vivir y para que vale la pena morir; sólo existe una respuesta: el amor.
Frase propicia para memorizar y poder embaucar así a cualquier iletrada.

Justo en el lado contrario, en la historia de amor con aire dramático, está “Leyendas de Pasión” (1994). Una película para lucimiento de un Brat Pitt al que hacen sufrir lo indecible y de mil formas. Sirva como ejemplo su amada, que le había prometido esperarle siempre, y se lo deja bastante claro con la frase:
- Siempre resultó ser demasiado tiempo.

El amor imposible, como drama, lo borda “Drácula” (1992). Un amor verdadero, interrumpido por la guerra, un suicido, la religión como precio y como castigo, y el corazón de un hombre, que un día fue rojo por una princesa, y que, se volvió negro al cruzar su particular infierno. “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte” es quizás unas de las frases más bonitas que ha dado el cine, que se complementa perfectamente con “El hombre más afortunado que pisa esta tierra es aquél que encuentra el amor verdadero”.

Otras veces, se utiliza la historia de amor, como hilo conductor de otra historia, aunque suele estar tan entrelazado, que no se sabe muy bien qué historia conduce a la otra. En esta línea, se encuentra por ejemplo “Juego de Lágrimas” (1992), ambientada en la guerra del Ira, podría decirse que el secuestrador tiene un peculiar “Síndrome de Estocolmo” con el secuestrado, y con la novia de éste: “No es tu tipo”. No importa el sexo cuando el amor es puro y verdadero.

Basada en un hecho real, “Titanic” (1997) sitúa una historia de amor, de cuatro días, y 240 millones de dólares que costó la película, en el hundimiento del barco de marras. El mensaje final ese de “yo me muero, pero tú vive todo lo que puedas” de un Leonardo di Caprio que parece el hijo de Kate Winslet queda, cuando menos, poco creíble.

Si hablamos del amor como rescate, “Desayuno con Diamantes” (1961) es un buen ejemplo. Y cuenta la relación de dos personas, que pese a estar bastante acompañadas, están bastante solas, y que descubren la necesidad de estar juntas. La película es bonita en el más amplio y heterosexual sentido de la palabra.

Siguiendo en la linea de amor como rescate está “Pretty Woman” (1990), que cuenta la historia de una mujer (de moral relajada) con precio que le cambia la vida a un hombre que no lo tiene (compra y vende empresas para al final no quedarse con ninguna).

Aunque, para amores con rescates, el de “Oficial y Caballero” (1982). Yo, si fuese mujer, y trabajase en una fábrica, me gustaría que me rescatase un Infante de Marina con su traje de gala. El punto de partida de esta película está meridianamente claro: “El hombre usa el amor para tener sexo y la mujer usa el sexo para tener amor”.