miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuando era más joven

Cuando era más joven, no había miembras. Margaret Thatcher era la mujer más sexy del parlamento británico porque cuando ella entraba se levantaban todos los miembros.

Cuando era más joven, no había canon digital, copiabas los discos de vinilo en cintas de casette y con ello no matabas a ninguna industria ni a la creación musical.

Cuando era más joven el ex presidente del gobierno descansaba debajo de una losa de mármol y el presidente era una persona respetable y un hombre de estado. No como ahora, que el ex presidente se niega a ser un jarrón chino y el presidente es un ser somático.

Cuando era más joven iba al cine de mi barrio con mis amigos y nos sentábamos en las últimas filas, no para aprovechar la fila de los mancos, sino para salir los primeros y que no nos atracasen los gitanos.

Cuando era más joven teníamos que salir corriendo cuando venía “la banda del Lalo”, que eran unos jóvenes delincuentes, que nadie pensaba en reinsertar, y si que acabarían muertos de una sobredosis o en la cárcel.

Cuando era más joven al profesor le tratábamos de usted, y los padres no intervenían en los asuntos del colegio. En el colegio te enseñaban y en tu casa te educaban. Aprendías las cosas porque sí y no había que enfocarlo desde un punto de vista pedagógico.

Cuando era más joven a nadie se le llamaba homosexual. Eras marica, maricón era un insulto y gay era alguien alegre en territorios angloparlantes. Una lesbiana era una mujer a la que no podías llamar bollera porque te soltaba un buen par de hostias.

Cuando era más joven merendaba bocadillos de salami con chocolate y no tenía colesterol porque jugaba con mis amigos del barrio (con los que quedaba después del colegio, en la calle, sin tener que enviarles un correo electrónico) y quemaba todas las calorías que consumía.

Cuando era más joven me compraban juguetes en Reyes y por mi cumpleaños. Navidad era para adorar al niño y Santa Claus era un gordo pederasta vestido de rojo. Me compraron una bicicleta de cross gracias a que saqué un par de notables… Y seis sobresalientes.

Cuando era más joven no existían los metro sexuales, y de haber existido, posiblemente hubiesen sido unos maricas que montaban en el metro. Se depilaban sólo los ciclistas, y lo hacían para poder darse masajes (con final triste).

Cuando era más joven no existían los teléfonos móviles, y podía darse la casualidad que una película o una obra de teatro tuviese que ser interrumpida para que el doctor que se encontraba en la sala se fuese a atender una urgencia.

Cuando era más joven mi jefe sabía mucho más que yo y estaba en ese puesto porque había ascendido gracias a sus méritos, no como ahora, que mires donde mires, o hay un cuñado de alguien, o un gilipollas, o ambas inclusive.

Cuando era más joven estudiaba Geografía e Historia, a regañadientes, y sin imaginar nunca que diez años después se desmembrarían varios países o que un grupo de iletrados gobernantes reescribirían el pasado según su propia conveniencia.

Cuando era más joven no existían prácticamente franquicias, y cuando ibas a un restaurante, el camarero te atendía lo mejor y más rápidamente posible que podía el hombre y la comida estaba rica y no recalentada en el microondas.

Cuando era más joven hice la mili porque así lo decía la Constitución, y en ningún momento vi peligrar mi libertad y ni fue para mi una humillación o un trauma que no pudiese superar. Es más, me ha permitido abstraerme y muchas veces, atender a órdenes de mis jefes que tienen mucho de divino y poco de humano.

Cuando era más joven la gente fumaba y no se le miraba como si fuese un asesino. El tabaco mataba, pero menos que ahora, y también las empresas tabacaleras eran del Estado, con lo que, era muy difícil que hubiese leyes en contra de nuestros propios intereses.

Cuando era más joven bebía como un cosaco, de pie, y vomitaba arrodillado, humillado. Y nadie en su sano juicio hacía mención de mi futuro, de mis neuronas o de lo perjudicial que era para la salud y para la sociedad. Eras un borracho y punto, y no guardaba relación con los malos tratos ni con los accidentes de tráfico.

Cuando era más joven creía en Dios y las diosas sólo existían en la mitología. Hoy en día, de existir Dios, sería Joaquín Sabina y en cuanto a las diosas, vivo con una, que es mi novia.

jueves, 5 de agosto de 2010

La ocho cosas más gamberras que he hecho y de las que no me arrepiento

1.- Mi primera bicicleta fue una BH plegable de paseo. Aunque era de hierro, tenía como novedad que se podía doblar por el medio gracias a un tornillo que se aflojaba a conveniencia. Pese a los cien kilos que parecía que pesaba mi bici, en cierta forma, era portátil. Incluía un asiento para acompañantes y una especie de gancho que sujetaba la bomba de aire.

Una vez que aprendes a mantener el equilibrio con dos ruedas (de cómo lo conseguí y de cómo mi madre me daba antiséptico en las heridas con una fregona, es otra historia), el siguiente paso es aprender a hacer caballitos. Y para hacer caballitos, la bomba de aire, cayéndose cada dos por tres, evidentemente sobra.

Yo era feliz con mi bici, ya que mis inquietudes sexuales no se habían manifestado todavía (tenía menos de once años), pero si había alguna que otra vecina quinceañera que, teniendo todo el hardware (digamos que ya era mujer), le fallaba en cierta forma el “sistema operativo” (he intentado no ser cruel con mi descripción).

A los hechos me remito, y los hechos fueron que estando yo montado tranquilamente en mi bici, charlando con mis amigos, llegó la susodicha y se montó detrás, con el consabido problema que podía acarrear a mi bien propio (coño, que la bici era portátil y no estaba pensada para el transporte animal).
- Dame una vuelta –Me dijo.

Como en la escena de La Marsellesa de Casablanca cuando Rick asiente con la cabeza, uno de mis amigos, también asintió, dándome vía libre para hacer un caballito.

El caballito fue de 10 olímpico, precioso en su ejecución y tremendo en su resolución. Mi vecina (porque si digo vecinita suena sucio) aterrizó con su trasero en el suelo. Las risas de los presentes fueron cuadrafónicas, pero al levantarse humillada se dio cuenta que, gracias al gancho que sujetaba la bomba del aire, sus vaqueros recién estrenados tenían un jirón con forma de siete.

No había pasado ni un día cuando su madre visitó a la mía para ponerla en antecedentes. Es curioso como, en aquellos años maravillosos, con la muletilla “son cosas de críos” se arreglaban todos los problemas.

2.- Cuando estaba estudiando la Educación General Básica, los profesores tenían la manía de hacer equipo mandando trabajos colectivos a tres o a cuatro de nosotros. Esos trabajos, mitad arte, mitad pérdida de tiempo, solían consistir en la elaboración de un mural (una cartulina blanca de medio metro cuadrado) que trataba de los temas más diversos y dispersos.

Hice murales sobre comics y el gran Ibañez, sobre la fotosíntesis, las invasiones bárbaras y un largo etcétera. Ese largo etcétera era elegido por el profesor de turno, por lo que el lector habrá adivinado que nunca hicimos ningún mural sobre fútbol.

El trabajo del mural se repartía como la vida misma. Uno ponía la idea, otro escribía, otro se escaqueaba, otro se lo curraba. Al final el mérito era de todos, como sucedería años después en el ámbito laboral.

No se si fueron trescientos o cuatrocientos murales los que habíamos hecho ya, que, pese a dejar tiritando y talado el Amazonas con tanta vena creativa, nos sobró una de esas cartulinas.

En ese preciso momento, estábamos en clase esperando la llegada del profesor. Y fue cuando alguien dijo:
- Nos ha sobrado una cartulina.
Nadie, en su sano juicio, esperaba una respuesta tipo:
- Hagamos un mural sobre la energía nuclear.

La respuesta más acertada, y más valorada, fue la mía. Teníamos varios diseños de papiroflexia. Y cuando digo papiroflexia digo aviones de papel, que es lo mismo. Los tíos, hacíamos aviones de papel. Los unicornios, y las flores hechas con servilletas de bar, tipo nenaza, vendrían después, de la mano del amor.

Solíamos hacer varios tipos de aviones de papel. Estaba el típico alargado, avión supersónico, ideal para provocar lesiones oculares. Luego estaba el que tenía alerones, y una cabina con varios dobleces, que se calentaba con el aire de la boca para que, supuestamente, volase más. Y luego teníamos un diseño, bastante novedoso, de un avión que era el que mejor volaba, pero que, tenía una aleta vertical muy pronunciada en forma de quilla de barco.

Hicimos un avión de la tercera generación con la cartulina. Era espectacular, pero queríamos que fuese la hostia. Por aquel entonces en el que estábamos mediatizados por el cine, la hostia era la película de Aeropuerto.

Así que, prendimos fuego el avión de medio metro y lo tiramos por la ventana del colegio. Voló mucho más que el engendro de los hermanos Wright, y aterrizó en una terraza próxima.

Que en la terraza hubiese ropa tendida, y que también se prendiese fuego es algo que forma parte del dramático aterrizaje que suele tener un avión cuando se incendia.

3.- Mi vocación por la electrónica comenzó mucho antes de empezar a estudiarla en Formación Profesional. Vamos, que cuando inicié mis estudios ya había hecho yo algunas cosillas. Un variador de luz, un interfono, una sirena... En cierta forma, podría decirse que yo era un alumno aventajado.

Teníamos no se si doce o catorce asignaturas, entre ellas, Religión. Y las clases de Religión solían ser bastante aburridas, porque el cura que las impartía era una persona anciana y monótona, ambas inclusive.

Si a eso le añadimos que solían ser a última hora, y que estábamos más bien cansados, la única forma que teníamos de hacer más llevaderos aquellos cuarenta y cinco minutos era pensando y ejecutando maldades.

En una de esas clases, apareció alguien con una sirena que había construido. Pero para adaptarla al momento coyuntural, teníamos que darle una vuelta de tuerca a aquel diseño primigenio.

Se nos ocurrió montar dos altavoces, uno detrás de la mesa del profesor y otro en la última fila, y con un conmutador, poder seleccionar uno u otro según conveniencia.

Al mismo tiempo que el señor cura empezó su clase, empezamos las emisiones, eso si, con un volumen más bien bajo. Montamos una coreografía casi perfecta.

Aquel buen hombre, se caracterizaba por sus paseos dentro del aula. Así que, si iba hacia su sitio, hacíamos sonar la sirena por la última fila. Si iba hacia la última fila, cambiábamos el sonido hacia su sitio.

Le tuvimos dando vueltas un buen rato, porque, para mas INRI (nunca mejor dicho) las ventanas del aula estaban abiertas y, con la reverberación (que como todo el mundo sabe, es un eco de poca duración o eco de pobres) daba la sensación de que el sonido se producía fuera y no dentro, teniendo además un hospital como teníamos cerca.

En un momento dado, el conmutador se bloqueó y la sirena fue descubierta, con lo que el religioso ya no tuvo ninguna duda de dónde se hallaba el maligno. Creo que no fue muy duro el castigo, porque si no, lo hubiese recordado.

4.- No se qué tipo de celebración estábamos teniendo pero acabábamos de salir de una sala de fiestas, creo que era Pirandello, cerca de la Plaza de España, en Madrid.

Estábamos esperando a que saliese el resto del grupo. La situación es un poco absurda, pero cuando alguien se pone a esperar al resto, parece un búho moviendo la cabeza para un lado y para otro.
- Ese besugo no es... Ese baboso tampoco... Coño, que pedazo de hembra!!!

Entre la multitud, pude ver a una tremendísima mujer de piernas infinitas que se podían adivinar a través de la raja que el espectacular abrigo de visón (que seguramente papi le había comprado) dejaba entrever.

Semejante reducto de intelecto (que coincidía en cuerpo con la vedette del espectáculo) estaba acompañado por su señora madre, manager a su vez, y que, en aquellos años era costumbre. Luego, el oficio, se convirtió en decadente cuando Isabel Pantoja o Luz Casal también lo hicieron.

Pero no obstante, y para no desviarme demasiado del hilo conductor de la historia, digamos que yo, cual búho, y sobre todo porque el abrigo de visón de la criatura celestial no dejaba ver demasiado, me fijé más en su señora madre.

Y dicho esto, y dejando claro que mis deseos eran meramente sexuales y que no tenía el más mínimo interés de pedir a su hija en matrimonio, me puse a decir en voz alta, para que me oyesen las dos:
- He visto a Dios! He visto a Dios!

La señora, me miró, y antes de que pudiese decir nada, la abordé:
- Señora, a sus pies. Ha parido usted a una criatura celestial. La felicito.

La señora me dio las gracias, además de la oportunidad de besar a su hija, que estaba para ponerla un piso. Mejorando el cuerpo presente.

Creo que ninguno de los tres nos habíamos visto antes en situación semejante, pero, ya lo decía mi abuela: Al Santo se le adora por la peana.

5.- Poco antes de ir al servicio militar, solíamos ir en pandilla a las discotecas. Pandilla motorizada, eso sí. Y cuando hablo de motor, me refiero a que dos de nuestro grupo tenían coche. Coche de segunda mano heredado directamente de su padre o de su hermano mayor.

Como yo no era ninguno de esos dos, pues me dejaba llevar. Y como era el más alto y más grande de toda la pandilla, me llevaban delante, de copiloto. Que conste que me lo curraba, eh? Que no era un copiloto cualquiera.

Daba conversación al conductor cuando estaba herido por los efectos del alcohol, ponía música, contaba chistes, un largo etcétera. Todo con tal de que no me dejaran tirado en mitad de una gasolinera de mala muerte. Es lo que tiene no ser un Macho Alfa.

Recuerdo que una vez estábamos parados en un semáforo, y en el carril de al lado se paró un coche que, cotilla soy, miré de refilón. El coche era enorme comparado con el nuestro. Cuando me fijé más detenidamente, me di cuenta que era un “coche nupcial”, con los novios incluidos.

Sonreí al conductor y él, cortésmente me devolvió la sonrisa. Me crecí. Bajé la ventanilla, cogí aire en los pulmones, y grité lo más fuerte que pude, casi desgañitado:
- Vivan los novios!

El padrino, que estaba sentado de copiloto, se hizo eco del gesto. Se bajó del coche, nos dio la mano a cada uno y... Un puro.

6.- Llegado el momento de hablar de las novatadas del Servicio Militar o Mili, todo el mundo recuerda las que hizo, nunca las que le hicieron. Yo, para ser afín a mi público objetivo, voy a seguir con la misma tónica.

No voy a entrar en las típicas acciones que más que gamberradas eran auténticas putadas, tipo quitarte el traje mimetizado, meterte en una taquilla y tirarte por las escaleras o prenderle fuego a tu cama mientras tú te echabas la siesta.

Pero supongamos (todo ello presuntamente) que habían llegado unos novatos (nietos) y que los veteranos (abuelos) de turno les querían hacer una novatada, cosas de críos, comparada con las anteriores.

Nosotros, Infantes de Marina, hacíamos guardias en la puerta de entrada del cuartel, y los Marineros, popeyes, utilizaban el “servicio” a cambio de comida para el cuerpo de guardia. Quid pro quo como diría años más tarde Hannibal Lecter.

Los marineros veteranos nos avisaron que esa misma noche, un par de novatos iba a entrar, y que les interceptásemos para “jugar” un rato con ellos.

Existía en el cuartel un sargento primero que se casó vestido de almirante (cosas de militares), y llevó las fotos al cuartel. Como consecuencia, y después de un consejo de guerra, fue degradado a cabo primero.

Y es por eso por lo que yo no voy a decir que supuestamente nos vistiésemos con uniformes de tenientes, sargentos y demás. Digamos, simplemente, que nos hicimos pasar por mandos.

A los dos novatos, al ver semejante despliegue de medios (uno incluso llevaba supuestamente el uniforme de PN, ¿miembro viril? No, Policía Naval) se les contrajo el tello (el músculo que va de los testículos al cuello).

Creo que lo más vejatorio que hicieron fueron unas flexiones. Yo no podía contener la risa, y dos o tres veces me tuve que salir del cuerpo de guardia.

Acabamos la broma riéndonos todos juntos y tomándonos unas sidras, presuntamente. Los dos novatos, que estaban encantados pese al susto inicial, terminaron preguntando que cuándo era la próxima novatada, para participar ellos también.

7.- En uno de esos momentos en los que, estando trabajando tu jefe te dice eso de “documenta”, que traducido puede significar no hagas nada, empaqueta aire, o tócate las vesículas seminales, me propuse ampliar mis conocimientos.

Mis conocimientos sobre CICS en aquella época eran regulares. El CICS es un monitor de teleproceso o gestor transaccional. Dicho esto, y siendo generoso con mi lector, para la mayoría de los mortales sería algo así como un sistema que se ejecuta en un mainframe o host (los típicos ordenadores gigantes que tienen los bancos o grandes empresas) y que permite realizar transacciones en tiempo real.

Pongamos como ejemplo que cuando tú sacas dinero de un cajero automático, y el ordenador consulta el saldo de tu cuenta previamente, se habrá ejecutado una transacción CICS. O te crees eso, o te crees que existe un duende dentro de ese armario blindado con planchas de cinco milímetros de grosor (también conocido como cajero automático) y que es el que se encarga de darte la pasta, a parte de imitar con la boca el sonido de la impresora.

Pues eso, que estaba yo ampliando mis conocimientos de CICS, manual en mano. Porque, cuando todo falla, conviene leer el manual. Y se puede hacer de dos formas: O bien tipo libro de texto, secuencialmente, (los finales suelen ser pésimos) o bien consultando explícitamente alguna de sus funciones (mucho más ameno).

No se cómo llegué a la transacción de marras, pero el caso es que, habiendo entrado en el CICS del entorno de Desarrollo, teclee:

CEMT PERFORM SHUTDOWN

Casi instantáneamente, apareció el relojito en mi pantalla. Se oyó como un revuelo en los puestos del fondo de la sala, que coincidían con la gente de sistemas. El murmullo permitió oír algún que otro grito:
- Se está apagando el CICS de Desarrollo!

Ya lo dice la Tercera Ley de Newton: Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria. Así que pude apreciar cómo un par de técnicos de sistemas se dirigían hacia nosotros. Fueron directa y discretamente a preguntar a mi jefe, y mi jefe, que era directo, pero nada discreto, gritó:
- Oye, alguno de vosotros ha apagado el CICS ese?
- Si, he sido yo – Contesté.

La respuesta fue tan directa que dejé asombrado a todo el mundo. Tampoco hubo represalias, pero ¿por qué lo hice? Por seguridad. ¿Por seguridad? Si, por seguridad. A partir de entonces, nadie pudo ejecutar esa transacción. Si yo hubiese ido de buen rollo y se lo hubiese comentado a la gente de sistemas, no me hubiesen hecho caso. Total, yo era del Departamento de Desarrollo y personal externo.

8.- Tuve como compañero a una buena persona, sin maldad, un niño grande de treinta y ocho años. Compartíamos cafés, risas y éramos vecinos de puesto de trabajo. Cuando nos dijo que se casaba, después de tener una relación de nueve años con su novia, le dijimos:
- Creo que te precipitas.
- Y tan joven!

Total, que él era muy bueno, pero nosotros éramos muy cabrones. Y aún así, confiaba plenamente en nosotros. Tanto era así, que nos dijo:
- El viernes de la semana que viene, en teoría es mi último día antes de la boda, y para que no se entere nadie, y que sea lo más discreto posible, me voy a ir de vacaciones el jueves. Así no tengo que dar muchas explicaciones.

Esta confesión la hizo una semana antes. El lunes siguiente, por activa o por pasiva, ya lo sabía todo el mundo. Habíamos puesto en el respaldo de su silla “recién casado”, sin que se percatase. En una de esas que alguien nuevo se pierde por la oficina (una chica que no habíamos visto en la vida), se dirigió a él, y le dijo:
- Perdona, sabes donde está la fotocopiadora?
- Si, allí al fondo.
- Gracias, y felicidades (por lo de tu boda).

No salía de su asombro, no daba crédito de cómo se había enterado todo el mundo, si él no le había dicho nada a nadie. Bueno, a nadie de confianza, porque confiar en nosotros...

Durante esos cuatro días previos a su permiso por casamiento, hicimos todo tipo de bromas, eso sí, “in crescendo” (para las víctimas de la educación actual, en aumento), hasta que llegamos al “cenit” (para las víctimas de la educación actual, mazo) de las mismas.

Hicimos acopio de todos los vasos de plástico y latas vacías posibles, así como un sedal o hilo de pesca. El 70% de los usos que se le da a un clip de oficina no es precisamente el de sujetar dos o más papeles. En este caso, el clip nos sirvió de gancho.

Estando esta noble persona sentada en su silla, le enganchamos con el clip la ristra de vasos y latas atadas con el hilo de pesca en uno de los pasacintos (si, lo se, a mí también me suena mal) de su pantalón. Y, desde la otra punta de la sala, un compinche nuestro le llamó por teléfono para que fuera.

El estruendo fue tremendo. Toda la gente le miró, y de la misma forma que se levantó blanco y despacio, se sentó rojo y despacio también.

martes, 13 de abril de 2010

La Última Cena

PRÓLOGO

En los años noventa, yo tenía unos amigos con los que, aparte de hacer gamberradas, las solíamos documentar o bien en cintas de video o bien en textos, que guardábamos para poder seguir disfrutando de ellas.

Uno de nuestros proyectos, nunca llevado a cabo fue, montar una obra de teatro, tratando por todos los medios de ser irreverentes y políticamente incorrectos.

El texto que viene a continuación, aunque sólo me pertenece en un cincuenta por ciento, sirve como homenaje y recuerdo de aquella época.

PERSONAJES

Los doce Apóstoles Pedro, Andrés, Juan, Felipe, Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Santiago, Tadeo, Simón y Judas.
Jesús, el Cristo.
Mateo, el narrador.
Los camareros, Fulaneé (dueño del restaurante) y Pierre.
Los soldados romanos, Macarroni y Canelonni.

UNICO ACTO (DE NUESTRO SEÑOR)

(Entran Juan, Pedro y Mateo en el restaurante y les atiende el dueño)

FULANEÉ (con un marcado acento francés)

Bon Soir, monsieurs.

PEDRO

Buenas noches, Fulaneé. ¿Has preparado todo como te pedimos?

FULANEÉ

Oui, çe moi. Aquí tiene la mesa para quince pegsonas y la mesita para el nagador como me dijegon.

PEDRO

Muy bien. Pero resulta que al final no vienen Marta y María, que se han quedado en casa viendo una Telenovela. Seremos doce más uno.

FULANEÉ

De acuegdoooo.

(Contrariado, Fulaneé se dirige al otro camarero y le grita)

Pierreeeeeeee, s'il vous plaît, quita dos servicios!

(Mientras Pierre quita los servicios, los apóstoles se van sentando)

FULANEÉ

¿Quieren algo los señores mientras va viniendo el resto de la gente?

MATEO

Sí, me puedes traer una Carlsberg, Fulaneé?

FULANEÉ

Lo siento, monsieur, está agotada. Prefiege mejor una Palestina Beer?

MATEO

Está bien, no es posiblemente la mejor del mundo, pero me gusta.

PEDRO

Pues nosotros queremos un Rosado de Navarra bien fresco.

FULANEÉ

Les gecomiendo un Tinto del Pakistán...

JUAN

No, gracias, es que estoy cansado de tanto vino tinto. Con los milagros del Maestro, como si no pudiera convertir el agua en Vichy Catalán.

MATEO

Bueno, mientras, voy a preparar los tabuladores y el sangrado.

(Entran Felipe, su hermano Juan y Andrés)

ANDRÉS

Buenas noches, colegas, que tal esos sermones?

JUAN

Bien, aunque ya estoy harto de que, por pesado, me confundan con Steve Jobs.

(Se sientan y empiezan a comer pan y chorizo y a untar foigrass)

No pasan ni tres minutos cuando entran Bartolomé, Tomás, Santiago y Tadeo.

TADEO

Buenas noches nos de Dios!

(Apóstoles cantando en coro)

Y yo para ser feliz quiero un camión!

BARTOLOMÉ

Estas tú muy católico hoy, Tadeo.

TADEO

Yo digo lo que me sale de los sermones!

BARTOLOMÉ

Jo, chico, desde que sales con esa chica de la O.L.P. no hay quien te aguante, so borde!

JUAN

Haya paz, Hermanos.

(Aparece Simón con una tarta y cantando una bonita canción popular)

¡Es un muchacho excelente, es un muchacho excelente...!

TADEO

Tú, Simón, tan inoportuno como siempre. Mira que no sacamos partido del chico éste, eh?

SIMÓN

¿Pero hoy no es 24 de Diciembre?

JUAN

Bienaventurados los que no tengan reloj, porque no sabrán cuando es la Última Cena.

(Se oye el ruido estruendoso de una moto. Aparece Judas con un casco en la mano)

Passa, muermos, casi me pierdo la jamá. Había tráfico lento en la Judea-30.

BARTOLOMÉ

Ya, es de suponer. Con las obras de la Plaza de Palestina se pone que no hay Cristo que lo aguante...

JUDAS

Sí, tanto cavar y un día va a salir el Demonio montado en un vagón del Metro.

JUAN

¡Detente, pecador! A Belcebú ni le menciones.

JUDAS

Tú, Juan, eres un poco cagao, eh?

JUAN

Modérate, Judas. Recuerda que la oveja mansa mama a su madre y a la ajena.

JUDAS (amenazándole)

Que insinúas, tronco? Acaso me tomas por un mamón?

(Se oyen unas voces celestiales resonando con fuertes modulaciones. Se nubla el ambiente y aparece Jesús).

Buenas noches os de yo!

APÓSTOLES

Y que no amanezca ningún infiel!

JUDAS

Qué montajes más heavys hace el tío éste cada vez que aparece!

PEDRO (señalando al cielo)

Qué, Chus, has conseguido comunicarte celestialmente con el de arriba?

JESÚS

Sí, por fin pude hablar con Papá.

(Mateo escribiendo)

En este momento, llega Jesús y se sienta con sus apóstoles. El ambiente es tenso y la preocupación se le nota en el rostro. Creo que se avecina un gran momento para la Historia.

MATEO (dirigiéndose a Jesús)

Oye, Chus, larga por la muy que ya tengo preparao el piano.

JESÚS (muy serio, resignado, mirando al infinito)

Por qué no seguí a mi padrastro José y me hice carpintero como él! Estoy harto de vivir como Dios!

(Mientras Fulaneé va trayendo el primer plato, Felipe se dirige a él)

Me puedes traes un agua mineral, Fulaneé? Pero que no la toque Chus (que la convierte en vino).

FULANEÉ

Por supuesto, monsieur.

JESÚS

Queridos hermanos, os he reunido hoy aquí porque ésta es mi última cena con vosotros (y no me veréis más el pelo hasta dentro de N milenios).

PEDRO

Nos dejas, Chus? No será por el Mahoma, ése, que nos está haciendo la competencia.

JESÚS

No, Pedro, el caso es que...

PEDRO

Acaso no nos va bien predicando a las masas?

JESÚS

No, la verdad es...

PEDRO

Y qué me dices de la coyuntura romana a nuestro favor?

JESÚS

Pedro, hijo, que pesado te pones a veces! Y encima ahora te pones a hablar de dinero. Este no es el momento ni el lugar para hacer un balance de Dios, S. A.

MATEO

Apunto esto, Chus?

JESÚS

No Mateo, ni se te ocurra. Ten en cuenta que la Biblia II, o sea, "The New Testament" donde está mi biografía, tardará más de mil años muchos más en escribirse. Y a nada que pongas, van a creer que esto es un Holding. Bueno, la verdad es que los derechos los ha comprado la Paramount, pero, con todas las marujonas que hay, cualquiera lee esta historia después de estar tanto tiempo transmitiéndose de boca en boca.

BARTOLOMÉ

Que será de nosotros sin ti, Maestro?

JESÚS

Pues os perseguirán, os maltratarán, os escupirán, os harán socios del Círculo de Lectores, y todo esto, sin gaseosa.

APÓSTOLES

Pues si no hay gaseosa, nos vamos.

(Entra Fulaneé con tres gaseosas, dirigiéndose al público)

Y la obra continua.

JESÚS

Tengo algo que deciros, algo muy gordo, algo que celestialmente, y anota Mateo, me jode.

MATEO

Jesús, recostado con sus apóstoles dijo...

FELIPE

Qué diver, nos reacostamos?

JUDAS

De dónde sacaste al butterfly éste, Chus? Voy a tener que venir a las reuniones con blindaje en los sudarios.

JESÚS

Bueno, dejad de interrumpirme y hagamos un poco de Historia.

PEDRO

Eso, que hable el Maestro.

MATEO

Espera, Chus, no continúes, que se me ha acabado el papel...

JESÚS (resignado)

No, si cuando yo digo lo de la carpintería con San José, me quedo corto...

SIMÓN

Eh, chicos, mientras podemos contar chistes de judíos y de nazis...

JUDAS

No, mejor de fariseos...

FELIPE

Y si jugamos a la pirámide del amor?

JUAN

Huy, Huy, Huyyy... Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!

MATEO

Continúa, Maestro, antes de que esto tome otros derroteros.

JESÚS

Sé que uno de vosotros me ha traicionado...

(Los apóstoles, asombrados, al unísono)

Ooooohhhh!!!...

PEDRO

He sido yo, Maestro?

JESÚS

No, tú, Pedro, no has sido, aunque no sé, no sé...

JUAN

He sido yo, Maestro?

JESÚS

No, tú, Juan, no has sido.

BARTOLOMÉ

He sido yo, Maestro?

JESÚS

No, tú, Bartolomé, no has sido.

(Así va contestando Jesús a la pregunta de cada apóstol, hasta que llega a Judas)

JUDAS

He sido yo, Maestro?

JESÚS (Haciéndole burla)

He sido yo, Maestro? He sido yo, Maestro? Pues claro que has sido tú, desgraciado, terrorista, arrastrado, traidor, sobaco, ciervo, retrete, chorizo, macarra, que eres un macarrón. No te da vergüenza? Que te he visto picarte! Yonki! Pinchauvas!

(Mateo interrumpe a Jesús, dictándose a sí mismo)

Y Jesús dijo:
- Sé que uno de vosotros me ha de entregar.
- Seré yo, Maestro? - Preguntó Judas.
- Tú lo has dicho. - Replicó Jesús.

JUDAS

Porque nunca se sabrá la verdad pero, tú, Jesús, eres un vendedor de enciclopedias, que te quedas con la gente y te llevas de calle a las chavalas, estoy harto de ti, Yuppie ilustrado.

JESÚS

Pero si yo te quite del paro. Así me lo agradeces?

JUDAS

Es que tus milagros son un pastel. Me acuerdo cuando diste la patada a Lázaro en las...

(Jesús le interrumpe)

Eso fue un milagro que Mateo pasará a la Historia magníficamente.

MATEO

Me halagas, Chus. Si sigo así, conseguiré el Pullitzer antes de lo que esperaba.

JUDAS

Al que tienen que halagar es a Lázaro que ha estao tres meses sentao en un flota y meando por la narpia.

FELIPE

Cómo eres capaz, Judas? El Teacher nos llevó por el buen camino, nos ha hecho amarnos los unos a los otros, aunque algunos se resistieron...

JUDAS

Felipe, déjate de mariconadas, que con el dinero que me han dao tengo la entrada para el ampli de la guitarra.

SIMÓN

Necesitas un batería, Judas?

JUDAS

Bueno, tal vez...

FELIPE

Y yo tocaré el órgano.

(El resto de los apóstoles)

Nos llamaremos Judas Priest.

(Y empiezan a cantar a coro)

Si pido una cerveza más, si pido una cerveza...

(Mateo escribe)

Acabada la cena Jesús tomó el pan y dijo:

JESÚS (le interrumpe)

Alguien va a mojar más pan en la salsa? O puedo empezar ya la ceremonia?

SIMÓN (con la boca llena)

Puedes traer más pan, Pierre?

JUDAS

Qué, otro milagrito, Chus?

JESÚS

No, se trata de la famosa ceremonia de la Eucaristía.

FELIPE

Ah! Esa de comamos todos de él?

JESÚS

Pierre, me puedes traer un cuchillo para cortar el pan?

JUDAS

Quieres mi cheira, Chus-co?

MATEO (narrando)

Jesús tomó el pan y lo partió y dándoselo a sus discípulos, dijo

JESUS (interrumpiendo nuevamente a Mateo)

Pillad un cacho cada uno, levantadlo y ahora, cuando revise mis apuntes diré unas palabras...

(Jesús saca un bloc de notas y empieza a leer en voz alta)

Cuando tenga a los doce apóstoles reunidos y les haya dado el pan diga:
- Tomad y comed todos de él, porque éste es mi cuerpo.

Después de esto, compruebe si hay vino, si no lo hubiera o hubiese, convierta el agua del botijo como ya sabe hacer.

(En estos momentos, Andrés está con cuatro botellas de vino en la mesa, bebiendo y cantando a pleno pulmón)

Hispania, patria querida, Hispania, de mis amores...

JESÚS

Pierre, anda, trae unas botellas de Vichy Catalán.

JUAN (emocionado)

Por fin! Por fin! Me ha escuchado...

JESÚS

Aunque brindemos con agua, tú, Mateo, apunta que es vino, porque sino, Andresito me la va a pillar hoy buena.

(Los apóstoles toman los vasos con agua, los levantan y esperan a que Jesús continúe con la ceremonia)

JESÚS

Tomad y bebed todos, porque ésta es mi sangre, Sangre de la Alianza que será derramada por muchos, para el perdón de los Pecados.

PEDRO

Qué bien que habla este hombre, oye!

JESÚS

No creas, son mis apuntes de cuando estuve en la Escuela para Dioses.

(Fulaneé trae las cartas de postres y dice)

Tengo Togijas, Ananás en Almíbar, Fresones con Nata, Kiwi, Helado de Fresa, Chocolate, Vainilla...

(Mateo dice en voz alta, pero sin escribir)

Y los apóstoles, hartos de los postres del gabacho, pidieron doce cafés, con doce copas y con doce puros. Y les dieron las doce, la una y la dos...

JESÚS

Vosotros me negaréis, diréis que no me conocéis, todo para salvar vuestra vida, miserable y asquerosa, pero vida.

PEDRO

Yo no te negaré nunca, Teacher.

JESÚS

Tú, Pedro, eres un pelota, eres el peor. Yo te digo que antes de que el gallo cante qui qui ri qui me habrás negado tres veces.

PEDRO

No, no y no.

JESÚS

Ves? Te lo dije, no has esperado ni al gallo.

MATEO

Apunto esto, Maestro?

JESÚS

No, esto es muy hard para mi body. No me hagas la Pascua.

PEDRO

Yo, Señor, he sido bueno contigo y te he seguido sin miramientos.

(Santiago le comenta a Juan)

Éste tío es un pelota, ya sabía yo que nos iba a pisar el puesto.

JESÚS

Por eso, tú te quedas con la Iglesia y con el Banco del Vaticano.

PEDRO

Yuppiieee!!! Vaya negocio, y empezamos con un pesebre.

JUDAS

Nunca mejor dicho...

TADEO

Pues si a Pedro le das la Iglesia, que tal si a mí me preparas a Marta y María?

JESÚS (clamando al Cielo)

Papa, que Cruz, Papa! Estos mortales tan materialistas...

BARTOLOMÉ

Y a mí, señor, que me tienes guardado?

JESÚS

Tú, seguirás el negocio de tu padre Bartolo, harás flautas, con un agujerito solo.

FELIPE

Pues yo me iré a San Francisco cuando Cristobalete Colón descubra América.

TADEO

Y eso, Felipe?, acaso allí hay creyentes?

FELIPE (relamiéndose)

No, pero hay unos indios fuertotes y enormes como armarios que tienen unas plumas de faisán mareado preciosísimas.

TOMÁS

Pues yo opino que podíamos...

(Le interrumpe Mateo)

Tú Tomás, no opines, porque no has dicho nada en toda esta historia y ahora no voy a cambiar la narración.

TOMÁS

Bueno, vale, pero...

MATEO

Ni peros, ni olivos, omite tus palabras porque que esta historia la escribo yo...

JUAN

Hágase la paz hermanos, el Señor está con nosotros y además ya lleva un buen rato estándolo.

(Dicen los apóstoles a coro)

Preferimos que esté la Señora.

(Se oye el timbre de la puerta)

Ding Don. Ding Don.

FELIPE (dirigiéndose al público)

Será Avon o el hombre blanco de Colon?

JESÚS

Abre tú Tadeo, que estás vestido.

TADEO

Ya verás como sean los Testigos de Jehová, el rapapolvo que les voy a echar, ja, ja, ja!!!

(Aparecen dos soldados romanos)

Está aquí ese que se hace llamar Chus de Naza?

(Los apóstoles alborotados empiezan a gritar y a correr alrededor de la mesa. Jesús aprovechando la confusión se esconde debajo del mantel. Los soldados romanos se llevan a todos los apóstoles y desalojan el recinto)

(Mateo, al ser conducido, enseña un carné a uno de los soldados)

(Con voz amenazadora, repasando el documento) Con que carné de prensa de la VCZ. (Veinteava Centuria de Zorros), Señor Faringe Subterránea, Eh?

MATEO

Pues si, por Dios Neo(conservador), estaba aquí en la rueda de prensa y han llegado ustedes.

CANELONI (soldado romano)

Muy bien, me puedes firmar un autógrafo para mi hija?

MATEO

Me halagas.

CANELONI

Macarroni, vayámonos que no me quiero perder la peli porno de Pecho V.

MACARRONI (soldado romano)

Canelonni, partamos, pues.

(Mateo se queda solo en la sala y revisando sus apuntes dice)

Lo que tiene que hacer uno para salvar el pellejo!

(Sale Jesús de debajo de la mesa y dice)

Oye, Mateo, muchas gracias y toma, aquí tienes los resultados de la Lotería de los próximos dos mil años, como acordamos.

MATEO

Muy bien, Chus, a partir de ahora como si no te conociera.

JESÚS

Exacto. Ah, otra cosa, has llamado a los de la Grúa, para que retiren la lápida a los tres días?

MATEO

Sí, y además he pagado a cuatro plañideras para que te lloren en el tanatorio.

JESÚS

Muy bien. Ahora me voy que me están esperando Marta y María en casa. Mañana nos vamos a comer a casa de Papá...

JESÚS (dando la mano a Mateo)

Te estoy celestialmente agradecido, Mateo, nos ha quedado bien la historia, no?

MATEO

Sí, Chus, parece bastante verosímil, tú crees que se la creerán?

JESÚS

Que si se la creerán? Harán con ella el negocio más grande del Universo, más que Coca-Cola y Microsoft juntos.

(Jesús abraza a Mateo y sale por la puerta)

Apapá, digo, Adiós Mateo.

(Mateo solo en la sala escribe)

Y no se volvió a saber nada de Jesús Chus el Nazareno. Creo que crucificaron a Brian.

(Mateo se levanta, ordena los folios escritos y dice)

Qué contentos se van a poner Marcos, Lucas, y Juan cuando les cuente esto...

lunes, 1 de marzo de 2010

La Jauría Humana

Bajo este título, tomado de la magnífica película de Arthur Penn (basada en la historia prestada del libro de Horton Foote) me propongo comentar algunos puntos del comportamiento humano, cuando se agrupa en un conjunto de seres de la misma especie.

Ese grupo, manada, banda, panda, o en sus más bajas cotas de miseria humana, tuna, se compone de una serie de individuos que, partiendo de un rol propio de cada uno, forman un todo.

Una panda siempre se va a componer de un único macho o hembra Alfa, líder de la manada, que lo es de forma total, o que puede delegar puntualmente su poder en otro macho especializado. Por ejemplo, el macho Alfa decide que el grupo vaya a un bar, pero delega en el macho Beta “armario ropero” para que se haga hueco a la hora de pedir las copas en la barra.

Existe por tanto, un único macho Alfa por grupo, pero, en cambio, puede haber más de un macho Beta o Gamma. El rol del macho Beta suele ser especializado. Existirán tantos machos Beta como necesidades tenga el grupo. Necesidades permanentes, se entiende.

Cuando un macho Beta “buena persona” le propone a un macho Alfa traer a algún amigo (amigo es el apodo cariñoso, normalmente suele ser un familiar, primo, vecino, alguien que te deja los apuntes, etc.), el invitado toma el rol permanente de macho Gamma.

Así como el rol de macho Beta es una especialización, y es usado de forma puntual y transitoria para momentos de crisis (el macho que más bebe, el que mejor golpea, el mejor jugador de cartas), el macho Gamma tiene un rol de título que le define. En la jerarquía de poder, siempre es el tercero, y esa posición no la va a cambiar, a no ser que monte su propio grupo o que alguien de superior categoría se muera.

Sigamos. Si por ejemplo el grupo quiere tomar una mariscada, el macho Alfa lo propondrá. Alguien podrá decir que tiene un contacto en una pescadería. Y ese contacto, será invitado a formar parte (de forma temporal) del grupo. Vamos, hasta que se acabe el marisco. Pues bien, ese macho, actor secundario, por supuesto que no es Alfa, ni Beta, ni tampoco Gamma, es un macho Omega.

El hecho en sí, está basado en una historia real. Este macho Omega fue integrado a posteriori (por recomendación del macho Beta “buena persona”) en el grupo hasta que… Tiró cuatro veces, en una misma noche de borrachera, el árbol de Navidad de otro macho Beta “paciencia”. Aprovechando la nocturnidad y la alevosía, acabó durmiendo en el coche, del macho Alfa, y también fue sacado por la fuerza de dichas dependencias.

Otro ejemplo claro: conozco a una amiga que son diecisiete de familia y hace una paella de muerte. Ese sería el planteamiento del problema remitido por algún miembro del grupo al macho Alfa. La solución propuesta sería de invitar a la susodicha hembra (Omega) y montar una comilona de diecisiete personas para que se alicaten la paella.

Para hablar del macho Omega y su correspondencia con el “bat factor”, paso a explicar el comportamiento del grupo cuando interactúa con otros grupos.

En principio, no tiene por qué haber rivalidad entre grupos. Cuando dos o más grupos se fusionan, se elige un único macho Alfa, pasando a ser el resto de los líderes machos Betas o Gamma. Con la misma cordialidad que se unen, se separan, y muestran signos de hermanamiento tipo abrazos, besos, incluso entre hombres, y demás afectos.

En el campo de batalla, la cosa es bien distinta. Cuando pinta en bastos, y se fragua una pelea conviene tener algo de organización. Una lluvia de hostias como arma de destrucción masiva puede estar bien, pero tiene que ser coordinada. El grupo tiene que actuar con cierta estrategia, y no atacar de uno en uno, como en las películas.

La realidad es mucho más cruda y tozuda. Rey Arturo, gracias a Dios, sólo hubo uno. Que mucha tabla redonda, mucho honor, mucho caballero, y mucha pompa y circunstancia, pero Lancelot se calzó a Ginebra cual zapatilla a la primera de cambio.

Siguiendo con la realidad, hubo un grupo, formado por siete amigos, que, heridos (por los efectos del alcohol) no supieron organizarse para “anular” a cierto ser despreciable que les estaba dando la noche. No hubo pelea de gallos, sino insultos de gallinas. Pero bueno, por eso no conviene beber, porque Nuestra Señora del Habana Club toma el control, y así, es difícil hacer algo digno y medianamente en condiciones.

La pelea suele comenzar con el macho Beta “Astaroth Soul Calibur” o en su defecto, con un macho Gamma. Nunca el macho Alfa, ya que suele ser el estratega del grupo. Si quiere que la cosa sea rápida, utilizará a un macho Beta “golpea hasta que no se levante”. Si prefiere prolongar la diversión o hacer a todos partícipes, utilizará a un macho Gamma (tipo “juguete” o “cantimplora”).

En el ámbito laboral, el macho Alfa del grupo tiene que ser necesariamente su jefe. Si no es así, es cuando se monta el lío. Si el macho Alfa es el líder sindical, por ejemplo, y no es el que tiene mando en plaza, el grupo estará condenado al fracaso. Ese líder, antepondrá sus peticiones sindicales a las profesionales, que por otra parte son para las que se montó el grupo. Algo de inteligencia emocional nunca está de más.

Si un grupo se fija en otro para ligar, la iniciativa, casi siempre, la suele tomar el macho Alfa, que (avisado quizá por un macho Beta “salido”) envía a un mensajero (u otro macho Beta “cara bonita”, “labia irresistible”, o similar) a inspeccionar el terreno.

Los grupos para ligar suelen ser más reducidos. Si son machos, suele ser un Alfa, y uno o dos Betas, raramente un Gamma, que puede estar de forma accidental. Si participa un Omega, será por filantropía. Si el grupo está formado por hembras, la cosa cambia. Todo bombón tiene una amiga que es una bombona. Y siguiendo con esta máxima, el grupo estará formado por una hembra Alfa y una Beta “simpática” que, como todo el mundo sabe, en realidad es una Omega fea de dolor. Mi santa madre salía con amigas feas para tener más éxito. Y si mi santa madre lo hacía, sus motivos tendría.

Siempre se respeta la jerarquía (bueno, no siempre, depende el Enorme tamaño de la atracción sexual, y no hace falta que sea más explícito). Si un macho Gamma echa el ojo a una hembra Beta “tremenda”, la solución de la ecuación, cuántica, diría yo, es imposible. Pues la hembra Beta “no soy tu tipo, no soy hinchable” multiplicará por cero al macho Gamma, y preferirá que otro macho Beta “mi cociente intelectual es negativo” o incluso un macho Alfa en horas bajas, riegue su jardín.

Así como en el campo de batalla, el macho o la hembra Omega suelen estar totalmente involucrados con el grupo, en términos de ligoteo, el comportamiento varía según el sexo de cada cual.

Partamos de la base que, es prácticamente imposible que un macho Omega o una hembra Omega “pille cacho” antes de las cuatro de la madrugada, no siendo crueles. Por tanto, es importantísimo para la buena higiene mental del grupo, tener ocupados a sus miembros Omegas hasta prácticamente, la vuelta a casa.

Un macho Omega ocioso no hace daño a nadie. Por defecto, se encarga de cuidar los abrigos, o de supervisar posibles amenazas mientras el resto de la manada se divierte. Es buena persona, en el sentido peyorativo de la palabra. Cuando se aburre, se encierra en sus grandes preguntas metafísicas tipo ¿Superman es demócrata o republicano? O, en la inmensa mayoría de las ocasiones, acaba pegado a la barra del bar bebiendo con otros machos Omegas y ojeando a las camareras.

Una hembra Omega puede ser el aborto, con perdón, de la misión. Una hembra Omega es, por extensión, el “bat factor”. Es, para el que no lo sepa, la amiga agua fiestas de la hembra Beta “estoy como un queso”. Es aquella que en plena balada, se acerca a su amiga y la dice:
-Vámonos, que me aburro.

Para que esto no ocurra, existen varias soluciones. Quizás la más socorrida es utilizar a un macho Omega para que la entretenga. El macho Omega es como la vaca flaca que sacrifica el vaquero para que se la coman las pirañas del río mientras el resto de la manada lo cruza tranquilamente. Dado que el sacrificio es una labor loable en desuso, pueden usarse todo tipo de artimañas para convencerle de semejante misión. Desde que con las feas tardas más en llegar al orgasmo, hasta incluso nombrarle macho Beta “zoófilo”.

Por último, recordar que el grupo formado podrá crecer o menguar en función de lo capaces que sean sus machos y hembras de anteponer sus intereses personales a los generales. Sólo puede quedar uno es una frase que se repite con demasiada frecuencia.

“Los amigos entran y salen de tu vida como los camareros entran y salen de un bar.”

lunes, 1 de febrero de 2010

Las aves migratorias o Migraña

Hace unos días, fui al cine con mi novia. La estuve esperando mientras ella entraba en el servicio. Justo cuando salía, la miré, y ella, me devolvió la mirada. Me miró con esos ojazos que tiene que son capaces de parar una guerra o de iniciarla. Me sentí el hombre más afortunado del mundo (suponiendo que Hugh Hefner no lo sea). Estaba tan feliz, y fue tal la emoción, que sufrí una migraña. Siendo la migraña un episodio desagradable, su inicio, no tiene por qué estar relacionado con algo triste. Fue precisamente ese estrés emocional positivo el desencadenante.

Tengo migrañas desde que cumplí los dieciséis años, aproximadamente. Quizás las tuve antes, y no fui consciente de ellas, pero recuerdo la primera vez como si hubiesen pasado veintiséis años (que por otra parte, han pasado).

Sentí un bloqueo mental, una pérdida total de conexión con el exterior. Intentaba comunicarme, pero no podía. Fue una sensación bastante desagradable. Mi madre me llevó a urgencias. Bueno, mi madre y otros dos hombres más, porque con esa edad, ya medía yo lo que medía…

Del médico de urgencias, pasé al médico de cabecera, y de éste, al psicólogo. Su diagnóstico no fue nada del otro jueves: necesitaba desfogarme, liberar tensión y tener amigos. Y aunque ese episodio de bloqueo no desencadenó una migraña, si es cierto que, posteriormente, cuando me han dado migrañas, he notado un “bloqueo mental” parecido.

La mayor parte de las veces, no suelo detectar cuándo voy a tener una migraña. Nunca tiene un desencadenante común. Casi todas las migrañas que tengo son por estrés, pero también he tenido migrañas por un susto, por la presión atmosférica, por una gripe de órdago, etc.

Es una crisis sin retorno, irreversible. Una vez que empieza, no se puede parar. Por mucho que intente relajarme, respirar hondo, cerrar los ojos, no consigo parar el proceso.

Cuando vas al médico, y dices que tienes migrañas, te sueltan los típicos chascarrillos de ¿Fumas? No. ¿Bebes? Poco, ¿Estrés? Si. Pues no tengas estrés. Claro, me voy al campo a cultivar tomates, no te jode. Los médicos han conseguido relacionar mis migrañas con el café, con el chocolate, con la coliflor, con la alergia… He tenido casi tantas interpretaciones como neurólogos he visitado.

Me han recetado diversas pastillas: analgésicos, que me suelen dar buen resultado. Antiinflamatorios, relajantes musculares o Triptanos. Pero no me gusta abusar de las “pirulas”, porque en mi caso, como mejor paso la crisis es metiéndome en la cama, con la luz apagada, y con un trapo frío en la frente.

También me han hecho electroencefalogramas, resonancias, scaneres y una larga lista de pruebas, que por otra parte, no me han detectado ninguna lesión cerebral. Nunca está de más hacer este tipo de comprobaciones porque en algunas ocasiones, las migrañas se producen por este motivo.

Cuando me hicieron el reconocimiento médico del Servicio Militar, lo alegué. Dije que sufría de migrañas. Es más, llevé un informe médico que así lo afirmaba. La respuesta fue acorde con dicho poder fáctico: Te tomas una aspirina (que por otra parte, las aspirinas militares son tan fuertes que te curan hasta la calvicie).

Pues eso, que tengo una migraña, y punto. En algunas ocasiones, he notado cierta euforia previa, o la típica fotosensibilidad, pero el punto de partida siempre es el mismo: “flashazo” en una parte del campo visual, que persiste durante una media hora, más o menos. Es como si alguien con una cámara con flash incorporado (del tamaño de Ucrania) te hiciese una foto a menos de un centímetro de tu nariz. He aquí la famosa aura, que dicen que se produce por la contracción de los vasos sanguíneos del cerebro o, incluso del cuero cabelludo.

Cuando después de un rato consigo volver a mirar (porque mientras, veo, pero no miro, por decirlo de alguna forma entendible) transcurre un tiempo previo, que pienso: esta vez no me va a doler la cabeza, bueno, a lo mejor me duele, pero me dolerá poco, el “flashazo” ha sido suave.

Y entonces, comienza el dolor de cabeza. En mi caso, en el lado derecho. Siempre es en la sien, del lado derecho. El dolor es intenso y permanente. Comparar un dolor de cabeza con una migraña es como comparar un pis con las cataratas del Niáraga.

Es un dolor tremendo, casi rozando la lesión. Tienes la sensación de que te han arrancado un trozo de cráneo y que por tus venas, del tamaño de un macarrón, están metiendo el caudal del Estrecho de Gibraltar. Que conste que estoy siendo poco exagerado, pero una migraña puede ser tan fuerte y de tal intensidad que puede llegar a ocasionar un infarto cerebral.

Los primeros años que me daban migrañas, no sabia a ciencia cierta lo que eran. Como me solían dar cuando practicaba algún deporte (principalmente baloncesto, o kárate) pensaba que eran cortes de digestión.

Algunas veces he llegado a vomitar, otras incluso me he mareado, pero el dolor en sí, me suele durar un par de días, nunca más. Al día siguiente, cuando todo ha pasado, persiste la resaca: no hay nada como toser o estornudar, para que te vuelva a retumbar la cabeza y recordar “joder, ayer, tuve una migraña”. Bonito y doloroso final.

Yo no suelo tener migrañas con facilidad. Suelo tener una de estas crisis cada seis meses. Dicen, y se está cumpliendo, que, con el paso de los años, tienden a remitir. En alguna ocasión, he tenido varias seguidas, en el intervalo de pocos días o incluso horas, pero aunque el dolor me invalida para cualquier actividad, conozco casos en los que las crisis suelen durar semanas.

Es curiosa la sensación que tengo cuando estoy con una migraña. Es un sentimiento de derrota, que en realidad, es lo que es. Es como si el cuerpo (la parte física) ganase al cerebro (la parte psíquica) y ante una situación que no controla, que bloquea, toma el control, rompe con todo, produciendo una migraña.

Ese sentimiento de abatimiento, empeora más si cabe la crisis. Alguna vez lo he superado de forma más o menos racional, en general, suelo estar intratable. Como para no estarlo.

Muero porque no muero, frase célebre de Santa Teresa de Ávila, que también tuvo migrañas, y que, posiblemente, fue la mejor forma que tuvo de manifestar semejante dolor.

Nota: Ave migratoria es el nombre que dio a la Migraña un jefe que tuve en cierta ocasión.

martes, 12 de enero de 2010

La Cabronada

Si uno sólo pudiese escribir o hablar de lo que sabe, la humanidad le estaría agradecida y ese uno permanecería en silencio cual meretriz. Pero como no es mi caso, voy a escribir sobre lo que vivo. Y lo que vivo, es una enorme tradición gastronómica e italiana que he sentido gracias a mis dos padres (hago saber, que me refiero sin duda a mi madre y mi padre, pues en 1964, que fue cuando se casaron, en España, parejas de hombres, solo existían en la Guardia Civil).

Ambos dos, mi madre y mi padre, valga la redundancia, suman casi un siglo de experiencia en fogones italianos, y yo, no sólo he tenido la oportunidad de aprender algo de ellos, sino que además, he intentado conservar y publicar todo su enorme legado.

Hablar de mi padre (napolitano) es hablar de un cocinero italiano a la antigua usanza, alguien que vivía de forma visceral (hoy en día sería un intransigente) su profesión. Capaz de dar de comer a doscientas personas con una precisión casi industrial y al que tenían que sujetar (literalmente) cuando se enteraba que un cliente había echado ketchup en unos espaguetis a la carbonara. Un sacrilegio para la cocina entendida como religión.

Hablar de mi madre (española) es hablar de una cocinera italiana con carácter, en un mundo de hombres, y con un enorme corazón que pone en todo lo que hace. He sido testigo de cómo un cliente se emocionaba, literalmente, al probar uno de sus platos. Como en la película Ratatouille (pisto francés), pero de verdad. Ese es su auténtico mérito, ni estrellas, ni soles, ni otro tipo de mediciones.

Después de estos antecedentes, creo que tengo la suficiente autoridad como para hablar con conocimiento de causa, de uno de los platos estrella, más conocido y más versionado, de la cocina italiana: los spaghettis a la carbonara.

Este plato es originario del centro de Italia, más concretamente, Roma. Y aunque hay varias versiones sobre su nacimiento, me quedo con dos posibles. La primera, que los carboneros que llevaban carbón a la capital, comían los spaghettis mezclados accidentalmente con la “pimienta negra” que trasportaban. Y la segunda, que un restaurante llamado “Carbonara” hizo un plato de spaghettis con los ingredientes más americanos posibles, en agradecimiento a los Estados Unidos que, después de la Segunda Guerra Mundial, llegó a tener diecinueve bases militares en territorio italiano.

Así como en España existen tantos entrenadores de la Selección Nacional de Fútbol como habitantes, en Italia, la mejor cocinera del mundo es la madre, su señora madre, de cada uno de ellos, los italianos. Nadie cocina mejor que la “mamma mia”. Y ese dogma, esa creencia, ese mandamiento, se usa en la cocina hasta rozar el más absoluto fanatismo.

El carbonara fiel se hace con fideos largos, con spaghettis, fettuccini, rigatoni o bucatini. Los más puristas consideran un auténtico sacrilegio hacer esta receta con otro tipo de pasta. Nunca jamás se corta la pasta (otro motivo de disputa). Si no sabes enroscar, pide penne rigate (pluma rizada, malpensados).

Pero empecemos por el principio: la cocción. La pasta tiene que comerse al dente (al diente), aunque para gustos, los colores. Es como la “carne al punto”. Cada uno tiene su punto, y es muy difícil conseguir exactamente ese resultado para cada persona. Yo, cuando voy a un restaurante y pido carne, la pido “al punto del cocinero”, que es con la precisión con la que realmente me van a servir.

En España, comemos la pasta más bien pasada, como la verdura. Y los cocineros patrios, que han sido conscientes de semejante error, suelen cocinar menos… El pescado, jojojo.

Los spaghettis suelen cocerse una media de ocho minutos. Mi padre decía que la pasta estaba cocida cuando hablaba (poniendo la cantidad exacta de agua que necesitaba, cuando hacía glup, glup). Podríamos hablar de otros factores que intervienen en la cocción, como puede ser el tipo de pasta (integral, normal, genérica, etc…), la altitud, el tipo de agua, las prisas, el grado de alcohol del cocinero, etc… Pero siendo concretos, y no químicos, cuando el agua (a la que habremos incorporado sal, nada más) comience a hervir, se le incorpora la pasta.

La pasta tiene que estar recién hervida para una correcta resolución de la receta, pues, parte del truco reside en que el propio calor que conserva hará que se terminen de cocinar el resto de los ingredientes.

En cuanto a las cantidades de pasta por persona, la recomendación de 60 u 80 gramos (sin cocer) por ración es orientativa. Si tenemos en cuenta que se puede comer como plato único, podríamos elevar esa cantidad hasta los 100 gramos. He sido testigo de concursos de comedores de spaghettis donde el campeón se comió hasta seis kilos de pasta (cocida), pero eso es, otra historia.

El ingrediente estrella de este plato es el tocino de mejilla de cerdo (en italiano, guanciale), panceta, que no bacón. Opcionalmente se le puede poner cebolla, por eso del sofrito, pero si de ahorrar dinero se trata, mejor Jamón York como ingrediente adicional, que además, abulta más en el plato.

Se fríe en una sartén el cerdo, con perdón. Una vez que la panceta esté hecha, se incorpora la pasta y se rehoga. Se añade pimienta al gusto.

En cuanto a la crema que lleva la receta, también tiene diferentes versiones. La original se hace con huevo batido y queso pecorino romano (queso curado de oveja), pero versiones más modernas hacen la crema con mantequilla, nata, y queso parmesano (originario del Norte de Italia).

La crema sirve sobre todo para “ligar” la pasta con la salsa. Es curioso observar cómo en otras salsas de pasta que no llevan crema, terminas comiendo primero la pasta y después la salsa. Dos platos por el precio de uno.

Como punto final, se mezcla la pasta y la panceta con la crema, eso si, retirada del fuego, ya que con el calor latente de la misma se termina de cocinar. Se sirve añadiendo un poco más de queso rallado, al gusto.

Para terminar detallo, para mayor claridad, las dos recetas:

Carbonara Clásica
Ingredientes (para 4 personas)
Spaghetti (320 gramos).
2 lonchas grandes (de medio centímetro de grosor) de tocino de mejilla de cerdo.
2 huevos.
Aceite extra virgen de oliva.
Queso curado de oveja.
Sal y pimienta negra en granos, que se muele en el momento.

Elaboración:
Mientras que hierve el agua para la pasta, en una sartén se cuece con fuego bajísimo el tocino en un poco de aceite de oliva. Tiene que fundirse, no freírse o dorarse, y el aceite tiene que ser escaso porque el tocino suelta bastante grasa.

Mientras se bate el huevo, como si hubiera que hacer una tortilla, se mezcla con el queso de oveja rallado como polvo.

Se cuela la pasta (al dente, como siempre), y se mezcla con el sofrito en la misma sartén). Se apaga el fuego, y se echa el huevo batido. El huevo no tiene que cocer, tiene que espesarse apenas con el calor mismo de la pasta, pero quedándose fluido.

Después se sirve en los platos rápidamente, para que se quede caliente. Se le echa por encima una generosa cantidad de pimienta negra rallada en el momento (es importante el sabor de la pimienta).

Carbonara Moderna
Ingredientes (para 4 personas):
Spaghetti (320 gramos)
200 grs. de jamón york en lonchas gruesas.
200 grs. de bacón.
200 ml. de nata liquida.
90 grs. de queso parmesano.
3 cucharadas de mantequilla.
3 yemas de huevo.
Sal y pimienta.

Elaboración:
En una cazuela con agua y con una pizca de sal, se ponen a cocer los spaghettis durante aproximadamente ocho minutos.

Cortamos el bacón y el jamón york en tacos alargados de medio centímetro. Se fríen en una sartén con la mantequilla.

Cuando el bacón esté ligeramente dorado, se retira la grasa sobrante sin dejarlo totalmente seco, y se le añade la nata, las yemas de huevo, medio paquete de queso parmesano y se salpimienta al gusto.

En el momento que la salsa resultante comience a hervir, se le añaden los spaghettis, y se rehogan para que se liguen.

Si quedan demasiado secos, se puede corregir con un poco de leche.

Se sirven añadiendo el resto del queso en cada plato.